Mas de lo que parece

03.03.2024

Los grandes sabios dan un consejo común: «Conócete a ti mismo». Esa es la gran lección que se viene a aprender en la vida. Y es un proceso, largo y fascinante. Hay muchas (¡realmente muchas!) líneas que persiguen este gran objetivo, cada una desde su propio enfoque personal. Mi propuesta es también una aportación para intentar acercarnos a ello, a través de mi propia experiencia de vida y de mi trabajo.  

Una aproximación que todo el mundo puede experimentar por sí mismo. Se basa en explorar y tomar conciencia de otras partes de nosotros, de «otro cuerpo» si se quiere expresar de esta manera, y de cómo funciona. Es nuestro campo de energía, eso que no podemos ver pero sí percibir de alguna manera, lo que hace que notemos la presencia de otra persona en una habitación aun cuando no la veamos, o que nos sintamos inmediatamente a gusto o a disgusto ante alguien que nos acaban de presentar. Todos actuamos en nuestro campo energético.

Una vez tomamos conciencia del efecto de nuestros propios pensamientos o sentimientos, de cómo nos afectan determinados lugares o personas, toda nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos cambia. La mente se abre y ya nunca volvemos a ver el mundo de la misma manera. Y eso nos permite darnos cuenta de que podemos actuar conscientemente, no solo sobre nuestra percepción o recuerdo de la realidad, sino también sobre la realidad misma. Después de explorar durante un tiempo mi cuerpo, mis emociones y mi mente por separado, ahora entiendo que disociar los tres es solo un recurso didáctico, puesto que están absolutamente unidos.

El campo energético no es independiente; al contrario, está relacionado con la actividad física del cuerpo, con la actividad mental del cerebro y con las conexiones de la persona con otros campos de energía más sutiles, que podríamos denominar espirituales. Por ello es fácil darse cuenta de que este campo está cambiando continuamente, de que todo lo que hacemos, sentimos o pensamos está modificándolo. Hay veces en que nuestras acciones, emociones o pensamientos lo desarmonizan. Y, de la misma manera, también tenemos la capacidad de actuar conscientemente sobre él para que vuelva a recuperar su equilibrio.

Observar el campo energético nos permite acceder a una información global de nosotros mismos, una información codificada en forma de patrones energéticos, de excesos o carencias de energía en determinados órganos y sistemas. Una información, en definitiva, que nos permite ver cómo nos enfrentamos a los desafíos de la vida, por dónde «se nos va la vida a chorros» y qué es lo que nos permite recuperarla y, de esa manera, recuperar nuestro propio poder.