La orden masónica

18.06.2024

La Masonería es un arte fundado en los principios de la Geometría, y también que es una ciencia relacionada con la cultura y mejora de la mente humana. Sus usos y costumbres derivan de los antiguos egipcios, cuyos filósofos, reticentes a exponer sus misterios a los ojos del vulgo, ocultaron sus principios y filosofía bajo la forma de signos y símbolos, que todavía se perpetúan en la Orden Masónica.

Las Lecturas de instrucción asociadas a cada grado de la Masonería intentan exponer la doctrina del sistema, así como interpretar los símbolos y rituales. Pero estas lecturas necesitan una interpretación no menor en sí mismas. De hecho, resultan sumamente astutas y encubiertas en su artificiosa elaboración.

Sus compiladores se desenvolvieron entre la doble tarea de mostrar una fiel, si bien parcial, expresión de la doctrina esotérica, y al mismo tiempo enmascararla de forma que su sentido completo no pudiese ser comprendido sin algún esfuerzo o iluminación, y tuviese poco o ningún significado para aquellos indignos o inmaduros para la gnosis o enseñanza de la Sabiduría.

Llevaron a cabo esa tarea con tal éxito que provoca admiración en aquellos que pueden apreciarlo por su profunda maestría y percepción de la ciencia del conocimiento propio y la regeneración. Eran, obviamente, iniciados de un nivel avanzado, bien versados en la tradición secreta y en la filosofía de los sistemas mistéricos del pasado, y sutiles en la percepción del sentido más profundo y místico de las Sagradas Escrituras a las que constantemente hacen brillante referencia.

Se procede a hablar de algunos de los más prominentes elementos de los que tratan para así elaborar más lo ya citado en anteriores capítulos.

En primer lugar, debe prestarse atención al término Geometría, el arte sobre el que se construye todo el sistema. Para el hombre ordinario la geometría no significa nada más que la rama de las Matemáticas asociada con los problemas euclídeos, una materia que obviamente no guarda relación con los ceremoniales e ideales masónicos.

Por lo tanto, debe buscarse otra ex-plicación del término. Ahora bien, la geometría era una de las siete nobles artes y ciencias de la Filosofía antigua. Significa literalmente la ciencia de la medida de la tierra. El hombre fue creado, nos enseñan las Escrituras, del polvo de la tierra, y es esa tierra o sustancia fundamental de nuestro ser la que es preciso medir.

Es el sentido de investigar y comprender su naturaleza y propiedades. Ningún constructor competente erige una estructura sin primero tener cumplido conocimiento de la naturaleza de los materiales con los que se propone construir, y en el arte especulativo, espiritual y real de la Masonería ningún obrero puede construir apropiadamente el templo de su propia alma sin primero comprender la naturale- za del material bruto sobre el que ha de trabajar.

La Geometría, por lo tanto, es sinónimo de conocimiento de uno mismo y de la sustancia básica de nuestro ser, sus propiedades y potencialidades. Sobre los an- tiguos templos de iniciación figuraba escrita la frase ―Conócete a ti mismo y conocerás el Universo y a Dios. Una frase que implica en primer lugar que el hombre no iniciado no tiene conocimiento de sí mismo, y en segundo lugar que cuando él alcance el conocimiento se dará cuenta de que ya no es el individuo independiente que ahora cree ser, sino que será un microcosmos reflejo de todo lo que es y que se identificará con el Ser de Dios. La Masonería es la ciencia del logro de ese conocimiento supremo y es, por lo tanto, correcto afirmar que está basada en los principios de la Geometría tal y como ha sido antes explicado.

Pero no demos lugar al error de suponer que la materia física de la que se componen nuestros cuerpos mortales es la tierra a la que nos referimos. El cuerpo no es sino una masa corruptible y efímera que únicamente forma una carcasa para la verdadera tierra imperecedera o sustancia de nuestras almas, y le permite entrar en relación sensible con el mundo físico. Esta distinción debe ser claramente comprendida y tenida en cuenta, pues la Masonería no trata tanto del cuerpo exterior y transitorio, como del interior eterno del ser humano, aunque el primero se halla temporalmente implicado con el segundo. La inmortal alma del hombre es el templo en ruinas que es preciso reconstruir por medio de los principios de la ciencia espiritual.

El cuerpo mortal, con sus pasiones desbocadas y sus afectos, se interpone en el camino del éxito, y resulta como los es- combros que es preciso limpiar antes de plantar los nuevos cimientos y de levantar la nueva estructura. Pero incluso los es- combros pueden mostrarse útiles para servir a nobles propósitos y pueden ser reutilizados para la nueva construcción, y de igual manera la naturaleza humana exterior y temporal puede ser sometida y empleada en la reconstrucción personal.

No hay más oscuridad que la ignorancia. SHAKESPEARE

Considere yo rico únicamente al hombre sabio, y que todas mis riquezas no tengan otro valor que el bien que sea capaz de proporcionar. ¿Acaso necesito algo más? ¡Esa oración, creo, es suficiente para mí!

ORACIÓN DE SÓCRATES